Dos: creo en mi resurrección

Del enemigo se aprende. Sobre todo, cuando eres conocedor de ese libro milenario que inspira su estrategia. «Un ejército es como el fuego: si no lo apagas, se consumirá por sí mismo», dice en su segundo capítulo. Así que no te apures por tener que dar un paso atrás y alimentarte de tus entrañas, mientras aprendes a moverte con mil ojos en las sombras. Sigue leyendo y encontrarás más claves: «el desorden llega del orden, la cobardía surge del valor, la debilidad brota de la fuerza…» Interioriza esas consignas. En una primera impresión, puede que te resulten pura memez; pero no te precipites ni confundas lo sencillo con la simpleza. Verás que tu resurrección se encuentra justo en el rincón de la soledad en la que te cobijas durante tu destierro voluntario.