13 de marzo de 2021.

Photo by Jilbert Ebrahimi on Unsplash
Había salido a comprar café y croissants antes de que te levantaras. Al abrir la puerta, a mi regreso, ahí estaba tu olor descolocándolo todo. No tenían que haber pasado mucho más de quince, veinte segundos desde que te habías vuelto a la cama, pero la casa entera respiraba el desorden que sin querer provocas. Tu esencia misma, despojada del disfraz de un perfume y de la ampulosidad lisonjera de mi palabrería. Tú, vestida de ti, y nada más; ni siquiera agua que refresque tu pelo y tu cara, para hacer más soportable la bendita bofetada de tu aroma, que confunde y desorienta mi sentidos sentimientos nada más entrar.