5 de marzo de 2021.

Bastaba un montón de revistas atrasadas. Cogía una al azar y la abría por el final, sabiendo que era la manera más rápida de llegar a ella. Y allí estaba siempre, en las páginas de sociedad; no tenía pérdida. Podía pasarse luego las horas enteras mirando aquellas fotografías: estudiadamente casual en un día de playa; elegante sin estridencias en ese cóctel de media tarde; etérea e inalcanzable, enfundada en un vestido sideral para la cena de gala.
Hacía tanto tiempo que no reparaba en ella… hasta que se ha encontrado la noticia, ahí a «traganudo»; entre medias de un trozo de pizza y un trago de cerveza. Oía palabras sueltas de lo que decía el locutor: divorcios, drogas, alcohol, infelicidad… sin poder apartar la mirada de aquella expresión que le era como propia. «¡Tonterías!… ellos no te conocían…»
Recordó de pronto que, en algún rincón del trastero, aún debía estar aquella caja. Hizo incluso el amago de ir a buscarla, pero no llegó a levantarse de la butaca. En su lugar, tomó otro trago de cerveza y cambió de canal.
—¡Adiós, princesa