4 de marzo de 2021.

Si se para a pensar en aquel momento, siente como toda esa inmensidad se le mete de nuevo en sus desacostumbrados pulmones, provocándole un leve tambaleo, como una cosquilla espumosa y reconfortante. Aquel color que lo llenó todo era tanto o más bello que el color del cielo y olía tan diferente a cualquier cosa que hubiera olido hasta entonces, que apenas pronunció una palabra durante el resto del día.
Nunca más, en ninguna de las innumerables ocasiones en que regresó, tuvo esa misma sensación; por eso que, una vez que se adentraba, cerraba los ojos y se quedaba a la espera de que algo o alguien lo abofeteara con un poquito de aquel todo de la primera vez. Pero por mucho que se esforzara por hacerse el distraído, nunca volvió a ocurrir. Incluso en alguna ocasión, ni siquiera tuvo ese impulso de meterse dentro, sino que permaneció dibujando caras tristes con la mente, a la par que un miedo irracional, apenas perceptible, ahogaba su pensamiento: «¿olvidará mi corazón aquel vuelco inundándolo todo?…»
Y es que solo puede haber una primera vez para… todo.