6 de diciembre de 2020.

¡Hay tantas cosas que ocurren desde que yo tenía casi seis años! O tal vez desde antes, pero mi consciencia del tiempo nace en mis casi seis, con aquelloloquefueraquenosexplotóenlacara a los niños de las ídem. A Bélmez Bowie llegó después, aunque puede que se le pareciera a alguna cara, o que Diego Pardo —el más adelantado entre nosotros en cuanto a música— estuviera a punto de adquirir algún recopilatorio del Duque Blanco. De lo que sí estoy seguro, es de que la primera vez que el «Let´s dance» sonó en la Moraleda, Diego lo había llevado recién adquirido al Pub Venus.
Estábamos en el 83 y volvíamos a Bélmez cada período vacacional a renegar de nosotros mismos. Cada fin de semana sonaba «China girl» en la discoteca; aquel sótano oscuro y lleno de recovecos que venían a confluir en su iluminada pista de baile, y que fue nuestro salón de ceremonias. Allí, en los escondrijos de aquel antro —que decía mi madre—, bajo una tenue y fría luz azul, dábamos rienda suelta a nuestra efervescencia.