30 de noviembre de 2020.

La única asignatura que llegó a gustarme de Derecho fue Político. De regresar ahora a aquellas clases, pondría en tela de juicio —más bien lo mandaría directamente a la papelera— el Título II de nuestra carta magna, además de no tragarme las bondades que se le suponían a las constituciones del bloque soviético —en realidad puro papel mojado—, pero seguiría defendiendo a muerte —o simplemente, a golpe de pura bronca y pataleo desde el gallinero del Aula Magna de la Facultad— la poco desarrollada y muchas veces ninguneada herencia de la Constitución republicana del 31 en la Constitución del 78.
Ahora, señores militares —jubilados o no— ya pueden llamarme como les plazca.