3 de noviembre de 2020.

Mientras fuera se oyen truenos, los de dentro removemos la aceituna de nuestro dry martini, como si agitando su contenido lográramos deshacernos de esa imagen: sus cuerpos empapados hasta los huesos, tiritando medio helados. Solo de vez en cuando —qué paradoja— un ateo le pregunta a vuestro Dios: ¿qué le hicieron los de fuera para tratarlos así?
Dentro, vosotros rezáis con palabras lisas y desgastadas que alguien sacó del fondo del río para ponerlas en un altar. Porque, ¿sabéis?, yo también, a mi manera rezo. Lo hago cada vez que mi recuerdo nombra a cada uno de los que ya no están; a cada uno de los que siguen fuera; a cada uno de los que no dejamos pasar.