27 de septiembre de 2020.

Pensaba el señor ministro en cómo se sentiría si aún viviera don Camilo Alonso Vega, su antecesor en el cargo; qué pensaría con todo esto, después de todos los desvelos que le ocasionó Bélmez, hasta propiciar la construcción de la iglesia nueva, los grupos escolares, la biblioteca o de toda una barriada, que en un principio iba a llevar el nombre de doña Ramona de Bustelo, la señora viuda del viejo amigo de Franco; qué iba a pensar de estos ignorantes desagradecidos, que de no ser por los favores recibidos aún estarían cagando en el corral e intentando no pisar su propia mierda entre las patas de los burros y las mulas. —«Los niños de las caras», Juan Cano Pereira. Sial Pigmalión, 2020—