30 de julio de 2020

Tiempo, ese plano sobre el que proyectamos nuestras inquietudes hechas proyectos: garabatos a un paso de convertirse en realidad y de cobrar certeza. Pero no, no es un local de ensayo donde repetir y repetir hasta la saciedad antes de salir a la calle; todos son prototipos, sí, es cierto, pero con ellos habremos de lanzarnos a tumba abierta apenas sin testar, porque en este juego, tarde o temprano, siempre aparece esa maldita indicación en letras rojas, contundentes: «game over».
Luego está la duda, esa carretera sinuosa llena de indicadores contradictorios: ¿es por aquí donde se llega a la verdad, o esta es la autopista que termina en la mierda?… Las dos son grandes y resplandecientes, como un mediodía de agosto.
Por ahora, estas son las únicas certidumbres que me encontré en el camino, junto al ruido de la gravilla disparándose a cada viraje.