29 de julio de 2020

Asomado a la ventana, los ojos cerrados, ligeramente inclinado hacia atrás, mientras cojo aire como si esta fuera la última mañana soleada de mi vida. Me detengo un momento, solo el tiempo suficiente para espolear esos pensamientos animosos con una frase que refuerce esta estampa matutina: «esa es la actitud, claro que sí». Alguien me leerá después, esbozando una mueca entre la condescendencia y la burla, pero yo ya estoy —al fin— bien lejos de esos negacionistas de todo lo que sepa y huela diferente; a mil y un kilómetros de su cortedad de miras no más allá de un par de metros alrededor de sus propios ombligos.
Inspirando con profusión enfermiza, mientras miro al infinito con ese gesto de lunático que me sale en los selfis. Expeliendo el aire después con un «mediobufidocasisilbido» que lo llena todo a mi alrededor de esta templanza, como de última mañana soleada.