Buscando algo bueno del confinamiento (73)

Querido lector: las entradas que te vas a encontrar en mi blog bajo este título son fruto de las reflexiones diarias que he ido escribiendo cada mañana durante el confinamiento en el muro de mi Facebook. Siempre las acompaño además de una canción que por lo general sirve —nunca mejor dicho— de pretexto a lo que escribo.

25 de mayo de 2020

 Y la vida aprovechó que parecíamos estar durmiendo para explayarse en lo que es propiamente suyo, de la existencia, y también de la muerte, que al fin y al cabo ese es su cometido: terminar lo emprendido; pues vaya que alguien venga luego a reprocharle que se quedó a medias.
Es nuestra existencia a pesar de nosotros mismos, cuando al amparo de la noche, gracias a la complicidad del silencio, y a ese ambiente tan bien logrado que se prepara entre sombras, nos siguen ocurriendo cosas: nos crece el pelo a la par que una idea obsesiva que persistirá al día siguiente con la intensidad de una migraña; incluso paramos la máquina casi al completo, en un sublime ejercicio de apnea que relaja nuestros músculos, mientras, al fondo, suena la música de la tierra que gira sobre su eje.
De todo esto, al día siguiente, solo nos queda una mano dormida , un retrogusto a hierba mojada y el ligero recuerdo de un sueño que se enganchó al desperezarnos.

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