Pequeñas oraciones ateas

Siete: ¡Oh, camino de los sueños, yo te invoco!

Foto de KEVIN CLYDE BERBANO en Unsplash

Al final del día, la noche siempre surge como una inmensa pradera que lo abarca todo en su infinita oscuridad: esa negra mancha a la que no debes temer. Mientras dura, tu mente se dispara, acelerando procesos, dibujando sueños, procurando que el miedo no lo invada todo y, al día siguiente, algo quede en tu recuerdo que te ayude a levantarte, a sonreír, a continuar en el camino.

Tal vez los sueños sean eso: el dibujo de nuestra búsqueda de un Dios que no existe; un trazo nocturno que se reflecta con toda nitidez en el laberinto de nuestro cerebro, para borrarse por completo con la primera luz del día.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: