13 de diciembre de 2020.

Los llamaba besos de mariposa. Ponía sus ojos a la altura de mis labios y después los abría y cerraba repetidamente. Entonces, aquella electricidad epiléptica me hacía cosquillas, pero era ella quien se reía a carcajadas. Todavía, mientras secaba una lágrima de sus ojos, una fuga de mariposas abanicaba aquel mágico momento.