Pequeñas oraciones ateas

Once: buscando la verdad

Foto de Félix Besombes en Unsplash

Momentos en los que todo adquiere esa nitidez tan irreal dentro de un silencio casi perfecto: apenas un ruido azul, una llovizna lejana en el fondo de un paisaje idílico a tu alrededor. Ese duermevela interrumpido en el que estás seguro de tener respuesta a cualquier duda de física cuántica que se te plantee. La lucidez dentro de ti por un instante, de la que, al despertar, ya solo queda un leve sabor a hierba mojada, pero una gran paz llenándolo todo ahí dentro. Incluso, la ilusión óptica de haberte tropezado esta noche con un tal Dios.

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