23 de enero de 2021.

El circo de los horrores
De repente,
cientos de libélulas —tal vez miles—
llenaron los cielos con su aleteo metálico;
un tambor premonitorio de esputos de fuego,
que tableteó su miedo, salpicándolo todo.
A continuación,
aquella multitud de extraños atuendos
dibujó en la playa su caminar errático;
un titubeo de indecisión y arena,
huellas que se pierden en el acantilado
merodeando el vértigo.
A lo lejos,
parapetados y henchidos de guerra —los señores—
vociferan su arenga para hormigas;
enardecida furia, corrosiva y caníbal,
que dejando va, por firma, su ácida estela.
Y en mitad de todo,
en un remoto altozano: la desolación y nosotros
los nómadas sin causa, los expatriados varios,
los boquiabiertos, estupefactos, arrastrados…
al borde mismo de la vida,
instantes antes de que nos sea arrebatada.