Intentos de poemas que tal vez queme (4)

Amor terminal 

Pasamos el verano con un sol enfermo, 

 bajo la pulcritud del último árbol, 

contemplando nuestros pensamientos 

empapados en sudor, 

 a la sombra de la dejadez; 

atrapados por el fulgor de su mirada. 

En otoño, nos sorprendió aquel viento ácido, 

y suspendidos en el vuelo de los besos, 

corrimos prestos a escondernos 

 en la burbuja ingrávida de un éxtasis 

provocado por el color de las hojas quemadas, 

 y aturdidos, buscamos a Dios en aquel holograma. 

El invierno apareció tras dos horas de roces 

—el día se sucedió varios cientos de veces—  

y la noche se disipó, 

 junto con las caricias. 

Nos bebimos la luna, embriagados por el valor, 

mientras despertábamos de una resaca absurda. 

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