1 de octubre de 2020.

La ciudad abierta, la que todo te ofrecía se ha convertido en un agujero inmundo. Alguien está destruyendo aquel lugar al que vine cargado de sueños y de esperanzas. Y entonces dan ganas de coger carretera y manta y no volver la vista atrás, ni siquiera una leve ojeada por el retrovisor. Para qué, si ya sentimos la flama de las llamas en la espalda.
Esos nerones no pararán: ya mandaron montar una pira con los cadáveres, pero no fue suficiente; ahora nos quemarán a los supervivientes.