2 de agosto de 2020

Un vals, una polca, un bolero… qué más da si conseguimos describir la estela perfecta: el ocho tumbado del infinito. Qué más da que mis pasos sean torpes al principio; tarde o temprano terminaré por cogerle el tranquillo. Seguro que a ti también te ocurre, que estés donde estés, hagas lo que hagas, de repente, suena nuestra melodía y el mundo se para; o todo lo contrario: la vida se ajusta al ritmo de esta danza eterna cuyos pasos algún día aprenderé. Y si no, solo tengo que dejarme llevar por ti, por tu sentido del ritmo, por tu elegancia y, sobre todo, por tu amplia y sincera sonrisa, mientras bailamos esta historia «senza fine».