Querido lector: las entradas que te vas a encontrar en mi blog bajo este título son fruto de las reflexiones diarias que he ido escribiendo cada mañana durante el confinamiento en el muro de mi Facebook. Siempre las acompaño además de una canción que por lo general sirve —nunca mejor dicho— de pretexto a lo que escribo.
24 de abril de 2020

Siempre me ha fastidiado esa escrupulosidad elevada a la enésima potencia que te gastas. Y aunque no llegas al TOC, cuando te obcecas en ello, hasta Sheldon Cooper te miraría raro. Pero un día, llegaron los zombis coronados, esparciendo su miedo a lo que nadie veía, salvo tú —y Sheldon, claro—. Te adelantaste a los acontecimientos y, una semana antes de que el gobierno nos confinara a todos, nos encerraste en una burbuja ingrávida, aséptica, desde donde le ladro a las calles vacías, como un joven John Travolta eternamente confinado. Solo tú, que pareces sentirte como pez en el agua en un océano vírico e incierto, sales fuera. Mientras, yo, desde una ventana de vidrios rizados, imagino que Dios me está hablando, sentado en su trono de criptonita, con su voz amplificada de truenos.