Elfos bálticos batallan contra trols rusos
-Información de la OTAN en 2014, durante el conflicto entre Lituania y Rusia-
Es humano sentirse aturdido en mitad del desconcierto de este tiempo transmediático. Es lo que nos toca: vivir en una continua perplejidad que va transcurriendo en un paisaje mudable a cada instante y que nunca termina de ser lo que parece mientras no se levante esa ambigua neblina que envuelve el caos libertario y pegajoso de la Red.
Yo aún tengo fe en poder avanzar por esta autopista. Mi intuición me dice que voy en buena dirección, aunque debo tomármelo con calma. Los atajos en este complicado y algorítmico mundo no son más que ingeniosos trampantojos ideados por delincuentes cibernéticos, aunque nunca falten también los malos malos; los malos de siempre. Vamos, los más malos que la quina, como cantaban los hermanos Malasombra.
No sé si llegaré a ser muy transmedia en mi escritura, pero tampoco es que eso me quite el sueño
No sé si llegaré a ser muy transmedia en mi escritura, pero tampoco es que eso me quite el sueño. Por de pronto, la cosa parece funcionar en sentido inverso. Mira por dónde, gracias a mi presencia en las redes, he terminado escribiendo para un periódico de los que aún se imprimen en papel. Entre unas cosas y otras, ya hace más de un año que no falto a mi cita mensual con mis lectores en una edición comarcal y gratuita de Ideal Jaén para mis paisanos de la desconocida Sierra Mágina.

Tengo la impresión de que mis artículos en esta publicación tienen algo de gesta imposible, de vana heroicidad; así me siento defendiendo a capa y espada o a pluma y a tecla la España vaciada, ninguneada y sin futuro donde nací. Por mucha pasión, por mucha búsqueda de la verdadera literatura que pretenda insuflarle a mis escritos, la cruda realidad parece imponer su inercia pesimista.

A veces, sufro un ataque de optimismo. Entonces pienso que, mientras Mágina tenga temas de los que escribir, hay esperanza; mientras Mágina tenga gente que la viva –in situ o en la distancia-, tendré una razón por la que escribir sobre ella. Al menos, quedará constancia de que luché por ella -por lo que de ella hay en mí- con todas las armas -palabras- que encontré en mi camino. Es más, parafraseándome a mí mismo en uno de mis artículos, Mágina es como savia que me fluye por las oscuras profundidades de mi desnudez humana. Cuando hablo, escribo, canto, lucho…me vindica como artista, pero sobre todo, como persona. Y eso es así, tanto en la Red, como en la Tierra analógica y palpable, amén.