10 de abril de 2021

Yo estaba allí para otros menesteres, rebuscando entre las paredes de aquella mega construcción franquista, para rastrear mis pisadas por sus largos e interminables pasillos y vislumbrar de entre las sombras de los recibidores de los que fueron mis colegios —Gran Capitán, Juan de Mena y Luis de Góngora durante dos cursos—, mis vivencias, mis valores. Y las equivocaciones también de aquel adolescente aprendiz de la vida que se licenció cum laude en errores y desencantos por la Universidad Laboral de la ciudad remota e irreconciliable conmigo. Yo estaba allí —estaba de ello convencido— para intentar reconstruir a través de la memoria perdida al hombre maduro en el que ya apenas me reconocía.