28 de marzo de 2021

«Allí estábamos Javier y yo, tocando en la guitarra una triste canción que yo había escrito y que nos acompañó durante toda la pubertad.
Llueve, ¿dónde vas?…
te pierdes y me dices…
que alguien te anda buscando… en la ciudad…
Y, en verdad, parecíamos estar en la escuela como Sócrates, aprendiendo a tocar una canción antes de morir.
Llueve, ¿dónde estás?…
la noche que se avecina…
calzando botas altas… no te alcanzará…»
—Los niños de las caras, editorial Sial Pigmalión, 2020—