20 de marzo de 2021

¿En qué momento alguien decide desandar el camino?… ¿acaso la derrota te obliga a ello?… No he encontrado la respuesta aún; solo palabras ilegibles escritas a lápiz en una hoja doblada en cuatro partes, antes de ser olvidadas durante cuatro lustros en el bolsillo interior de una chaqueta.
¿Remontar las aguas para venir a morir en el mismo sitio donde todo empezó?… ¿esconderse en el viejo troje para continuar huyendo del mismo ruido que entonces te hizo salir?… De verdad que no lo sé, aunque ahora cuente con más armas para descubrirlo: una paciencia inhumana, casi infinita, en la que apenas reconozco al niño de la fotografía y el folleto con las instrucciones para lanzar las canicas de mi bolsa. Leo: « La azulita gorda contra las del hoyo (no más de diez y todas de cristal moteado en diferentes colores). Una vez que se acierte contra ellas, escuchar con detenimiento el chasquido producido: un ruido líquido de juego que se va derramando por la penumbra de un pasillo».