Temporada de patos—Temporada de conejos (68)

15 de diciembre de 2020.

Cuando era niño, creía en Dios como el superhéroe que nos habría de proteger bajo su capa divina de todas las injusticias que este mundo recién comenzaba a mostrarme. Tras la desilusión que me produjo descubrir que aquellas patas que asomaban por debajo de la puerta, eran las de un lobo embadurnado de harina y dispuesto a comerse mi inocencia, seguí esperando su justicia vengadora en forma de rayo aniquilador del mal. Pero eso nunca ocurrió.


Y dejé de ser un niño, y dejé de creer en un Dios. Para entonces, descubrí que el bien y el mal se retroalimentan, porque forman parte de un mismo concepto, y que se necesitan en una especie de alianza cósmica del universo.

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