26 de noviembre de 2020.

Ahora, la pose de boxeador, el baile de pies, los puñetazos al aire… lo tenía todo bien ensayado. Lo había aprendido mientras veía con mi padre a Urtain, a Perico Fernández, a Dum Dum Pacheco, a Evangelista… y, sobre todo, a José Durán. Él era el rey de aquellos combates a medianoche; lo único que a horas intempestivas se me permitía ver en la televisión cuando era pequeño. Aunque, a decir verdad, cuando Durán se alzó en Tokio con el cetro mundial de los super welter, aquí en España era mediodía.