27 de octubre de 2020.

Ahora, cuando la observo sin que lo sepa, sentada en un sillón, con el rosario como un tatuaje de gema en su mano, aún oigo el bisbiseo lejano de aquellas mujeres de antaño condenadas a luto perpetuo… También veo a María, espiando el respirar de la calle, camuflada en la tiniebla del pasillo gracias al mimetizado de sus eternas vestiduras negras.
—«Los niños de las caras», editorial Sial Pigmalión, 2020.—