14 de octubre de 2020.

Ahora me guardo de mostrar mi debilidad, de que se me vea todo lo que sostenían los abrazos. Pero debajo de mi aparente indolencia, de mi impostada fortaleza están alineados, de menor a mayor, todos mis miedos, dispuestos en el disparadero para hacerlos desaparecer con un sortilegio pronunciado con voz clara y potente, que la palabra aún no está prohibida, al menos mientras la filtremos tras un tapabocas, a la precisa distancia de seguridad.
Pero tengamos paciencia y no perdamos la fe, que un buen día volverán los abrazos con todo su andamiaje sujetándonos ante el miedo.