10 de septiembre de 2020

Esas cosas que solo tú sabes hacer. Por ejemplo, templar mi ánimo cada mañana con apenas dos o tres palabras, aunque más que en las palabras, la cuestión está en cómo las dices. Tú sabes a qué me refiero; a ese acento de piedras pulidas que se asemeja a la lluvia en primavera, y que es todo un bálsamo para mi corazón.
Cuando actúas así, haciendo que parezca fácil —tal vez a fuerza de costumbre, porque llevas media vida aplacando mi rabia—, y por muy rutinario que ya resulte esto entre nosotros, no puedo dejar de agradecértelo ni un solo instante; porque, aunque los demás no lo sepan, tú me haces mejor persona.