5 de agosto de 2020

Algunos días cuesta tanto continuar. No sé si por el lastre de lo vivido sin conciencia —toneladas de momentos malgastados inútilmente en agradar a quien no merecía la pena—; puede que, por el barro acumulado de los sueños sin cumplir. Esos días, como hoy, que te sientes inútil e impotente, sentado en una inmensa y aséptica sala de espera en la que solo estás tú, sin saber si tu turno llegará dentro de un minuto, o mañana, o dentro de tres años, o tal vez nunca… Esos días que, de repente, sientes la imperante necesidad de hacer una piara con toda la farfolla que acumulas en los cajones; esos días en los que respirar se vuelve un hecho fútil y totalmente innecesario.