4 de julio de 2020

Ahora que la nueva realidad traerá no bailes danzados a distancia, me ha dado por echar de menos las discotecas de toda la vida, con su «hora de las lentas» y sus reservados; esas de las que hablaba La Costa Brava, de entrada y consumición, donde todo se aprendía bailando y con la conversación. Aunque las «raves» nacieran en los setenta y yo ejerciera entre semana de «dj» ya a finales de los ochenta, en el declive de la mítica «Jackie O» granadina, nunca fui de movimientos espasmódicos a ritmo de «acid house». Lo he contado muchas veces, y hasta compuse una canción sobre ello: mis torpes pasos de baile transcurrieron entre la «Chica de ayer» de Nacha Pop y la «Jersey girl» de Tom Waits, en la versión que Springsteen grabó en directo. Y es que lo mejor de la discoteca era cuando llegaban las lentas. Entonces te lanzabas al ataque: música + contacto físico; seguro que lo echaremos de menos. Aunque todo puede ser, y tal vez de pronto te veas bailando en mitad del salón con tu novia; tenga ahora el pelo largo o no.