¿Qué hay de nuevo, viejo? (10)

30 de junio de 2020

 —Aprovecha tu oportunidad —me dije, y escribí un incendio con el que prenderme en las profundidades de su bosque. Por suerte para ella, las llamas nunca la alcanzaron, así que, desde el otro lado, me tiró un beso al aire, mientras señaló el abismo a sus pies; menudo cortafuegos.
Sentado aquí, entre los restos de la devastación, la vi deambular durante años. De vez en cuando, en las partes que la grieta se estrechaba, o cuando lograba vencer el vértigo que me mantenía inmovilizado, me atrevía a tocarla: «¿estás bien?». Nunca contestaba; simplemente, tomaba mi mano y, mientras me obligaba a saltar, se reía como una posesa. Aquellos sobresaltos fueron lo único digno que contar de mis días, para callar en mis noches.
No hace tanto que creí verla de nuevo. Por fin había cruzado a este lado de las cosas. Pero me equivoqué: no era ella; solo eran mis ojos ardiendo en su recuerdo.

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