¿Qué hay de nuevo, viejo? (8)

28 de junio de 2020

Indecisión, inseguridad, fragilidad… tripulantes de la nave que surca los meandros de la vida; siempre a punto de montarle un motín a bordo a este viejo y cansado marinero.
Hasta la presente, ninguno de los siete mares lograron doblegarme: el de la soledad, surcado en aciagas travesías nocturnas, encalleció mi alma, pero no mi espíritu; el de la tristeza, azotado por mil tormentas de pena, lo sobreviví agarrado a tu piel, cual tabla salvadora; el de la ira, casi me vió sucumbir, aunque es cierto, que tras la tempestad, siempre vendrá la calma; el de la envidia quería verme perecer ahogado en sus patrañas, sin embargo, la determinación fue entonces mi brújula; el de la espera, con su calma chicha, mermó mis fuerzas, solo que, surcarlo me hizo más fuerte y templó mis nervios; el de la indiferencia, muy concurrido, casi me hace encallar, cuando, gracias a mi pericia por los mares de nadie, salí triunfante de sus acantilados; el de la oscuridad acecha con su negra sombra de muerte, más, al final, siempre habrá una luz, un faro que guíe el regreso a tierra firme.
Y es que, me lleve donde me lleve la vida, nunca dejaré de buscar un viento a favor.

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